Los inviernos son fríos
Ha terminado el verano y llega el frío ... brbrrrr. Alejandro me tiene en la terraza, y aquí hace un frío del carajo. Mira tú como él no duerme en la terraza. Que listo. Ellos se quedan dentro mirando la caja negra esa de las luces. Pero yo estoy aquí con Alma, la nueva. ¿Os habia dicho que han decidido llamarla Alma? Toma ya. Otro supernombre superoriginal de la muerte. Alejandro tenía que estar en Fantasía, poniendo nombres a las criaturas de ese reíno. Ni el señor Ende tuvo tanta inventiva.Por cierto, a estas alturas no te sorprenderá que un canario lea. Ya te he dicho que soy un canario aristócrata, y muy culto. Bueno, el tema de Alma ya lo tengo más o menos controlado. La situación antes era que o yo hago lo que ella diga o cobro. Pues eso ha cambiado. Yo soy Valfri y soy el primero que llegó, y eso tiene que significar algo. Así que se impone la ley marcial, y le voy a enseñar a esa pequeña pretenciosa quien es el que manda. Ya se ha llevado unos cuantos picotazos a modo de aviso. Mi jaula es MIA. Mi comida es MIA. Y si me sobra, a lo mejor le dejo comer.
Y cambiando de tema, a veces me ocurre una cosa muy desagradable. Me quedo afónico y sin ganas de cantar, y me cuesta mucho respirar. Suele coincidir cuando viene el frío. Me canso bastante al volar, y me quedo en la jaula mirando al parque. Además, tengo que abrir el pico para respirar.
Sin embargo, a un mal siempre le sucede otro, y ahí está Alejandro para aportar el factor que falta en esta ecuación: Me trae una cosa rara, como un alpiste de colores pero en grande. El muy ... me lo echa en el agua y me jode el invento. Muy bonito. Ahora ya no puedo beber. Se sentirá orgulloso. Si tiene una frustración personal porque los Reyes no le trajeron un quimicefa, a mí que me olvide. ¿Que es eso de jugar con el agua? Mejor aún. CON MI AGUA. Ahora es imposible de beber. Sabe a mil rayos.
La cosa está en que luego se le olvida que me la ha puesto, y me la deja 4 o 5 dias el tio borde. ¡¡Que no me la pienso beber!! ¡¡Que sabe como si cogieran a todos los grajos, mirlos y demás bichería y los batieran todos juntos y luego hicieran zumo. Pues ahí que me dejan el agua a ver si en una de estas me vuelvo idiota y me lo bebo por descuido. Pero yo soy más listo (Valfri Strikes Again (tm)) y obtengo el agua de la lechuga (si es que son tontos, me quitan el agua y me ponen la lechuga recien lavada), o de la manzana. Con este truco puedo aguantar semanas sin beber del liquido ese.
Alejandro se ha dado cuenta del truco, porque el nivel del aguachirri no baja, así que ahora lo esturreo por todo el suelo de la jaula cuando no mira, para que se lo encuentre vacío. Porque el tío no para hasta que lo encuentra casi vacío. Lo cierto es que alguna vez lo he bebido para ver a que sabía y al dia siguiente ya estaba bastante bien y podía cantar. Pero seguro que es por otra razón, porque de algo que huele tan mal y sabe peor no puede salir nada bueno.
El caso es que alguna vez que realmente estaba bastante mal y parecía que me había tragado un silbato, Alejandro se ha empeñado en que lo tenía que beber. Primero me metía el pico dentro del bebedero, y claro, al intentar respirar, me entraba la cosa esa. Mientras intentaba seguir vivo sin ahogarme, chillaba, y claro, hacía gorgoritos. ¿A ustedes les hace gracia? A mi tampoco. Pero a los que viven en la casa sí le hacen gracia los gorgoritos. Como si ellos se rieran igual si les hacen lo mismo. Pero esta es la clase de bromas que hacen gracia cuando se las hacen a otro. Las que más risa provocan, y las que más rabia dan cuando se las hacen a uno. Y por si no fuera poco, ahí va la guinda: Alejandro tiene una pajita para hacermelo tragar cuando no me lo bebo ni por esas. Coge un poco de aguachirri, se lo pone en la pajita, y me engancha la pajita al pico. Aunque intente abrir el pico no puedo. El deja caer el liquido, y se me cuela por la nariz, por el pico, me empapo, ahora estoy perdido de la porqueria esta. Y por si no fuera bastante desgracia, siempre me trago algo.
Esto sólo ocurre en invierno. En cuanto llega el buen tiempo desaparece el silbato, y también los experimentos del Doctor Quatermass con mi agua.
Curiosamente a Alma no le hace estas cosas. Debe ser que con Alma aún no tiene confianza. Ya lo dice el refrán. La confianza da asco, y conmigo parece que tiene mucha.
Y cambiando de tema, a veces me ocurre una cosa muy desagradable. Me quedo afónico y sin ganas de cantar, y me cuesta mucho respirar. Suele coincidir cuando viene el frío. Me canso bastante al volar, y me quedo en la jaula mirando al parque. Además, tengo que abrir el pico para respirar.
Sin embargo, a un mal siempre le sucede otro, y ahí está Alejandro para aportar el factor que falta en esta ecuación: Me trae una cosa rara, como un alpiste de colores pero en grande. El muy ... me lo echa en el agua y me jode el invento. Muy bonito. Ahora ya no puedo beber. Se sentirá orgulloso. Si tiene una frustración personal porque los Reyes no le trajeron un quimicefa, a mí que me olvide. ¿Que es eso de jugar con el agua? Mejor aún. CON MI AGUA. Ahora es imposible de beber. Sabe a mil rayos.
La cosa está en que luego se le olvida que me la ha puesto, y me la deja 4 o 5 dias el tio borde. ¡¡Que no me la pienso beber!! ¡¡Que sabe como si cogieran a todos los grajos, mirlos y demás bichería y los batieran todos juntos y luego hicieran zumo. Pues ahí que me dejan el agua a ver si en una de estas me vuelvo idiota y me lo bebo por descuido. Pero yo soy más listo (Valfri Strikes Again (tm)) y obtengo el agua de la lechuga (si es que son tontos, me quitan el agua y me ponen la lechuga recien lavada), o de la manzana. Con este truco puedo aguantar semanas sin beber del liquido ese.
Alejandro se ha dado cuenta del truco, porque el nivel del aguachirri no baja, así que ahora lo esturreo por todo el suelo de la jaula cuando no mira, para que se lo encuentre vacío. Porque el tío no para hasta que lo encuentra casi vacío. Lo cierto es que alguna vez lo he bebido para ver a que sabía y al dia siguiente ya estaba bastante bien y podía cantar. Pero seguro que es por otra razón, porque de algo que huele tan mal y sabe peor no puede salir nada bueno.
El caso es que alguna vez que realmente estaba bastante mal y parecía que me había tragado un silbato, Alejandro se ha empeñado en que lo tenía que beber. Primero me metía el pico dentro del bebedero, y claro, al intentar respirar, me entraba la cosa esa. Mientras intentaba seguir vivo sin ahogarme, chillaba, y claro, hacía gorgoritos. ¿A ustedes les hace gracia? A mi tampoco. Pero a los que viven en la casa sí le hacen gracia los gorgoritos. Como si ellos se rieran igual si les hacen lo mismo. Pero esta es la clase de bromas que hacen gracia cuando se las hacen a otro. Las que más risa provocan, y las que más rabia dan cuando se las hacen a uno. Y por si no fuera poco, ahí va la guinda: Alejandro tiene una pajita para hacermelo tragar cuando no me lo bebo ni por esas. Coge un poco de aguachirri, se lo pone en la pajita, y me engancha la pajita al pico. Aunque intente abrir el pico no puedo. El deja caer el liquido, y se me cuela por la nariz, por el pico, me empapo, ahora estoy perdido de la porqueria esta. Y por si no fuera bastante desgracia, siempre me trago algo.
Esto sólo ocurre en invierno. En cuanto llega el buen tiempo desaparece el silbato, y también los experimentos del Doctor Quatermass con mi agua.
Curiosamente a Alma no le hace estas cosas. Debe ser que con Alma aún no tiene confianza. Ya lo dice el refrán. La confianza da asco, y conmigo parece que tiene mucha.
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