Diario de un Canario

Soy Valfri, y soy un canario, y este es mi blog.

05 julio, 2006

La muda

Por fin llega el verano. Dias de calor sofocante, sin poder dormir por la noche, y bebiendo sin parar durante el dia. Por suerte, tengo mi bañera para refrescarme.

Para los canarios hay una fase especialmente traumática que se repite periódicamente todos los años: la muda. En ese período perdemos todas nuestras plumas, ... no, borrico, no todas de una vez, se nos van cayendo unas mientras salen otras. El tema es que uno se queda más bien feo cuando se queda sin plumas. Y se le pone mala uva como no puede ser de otra manera ...

Lo más trágico viene cuando se nos caen las plumas remeras y las timoneras. ¿Que por qué? Tú nunca fuiste el más listo de tu clase ¿verdad? Pues porque con esas guardo el equilibrio cuando vuelo. La primera vez que mudé no tenía muy claro lo que ocurría, pero me estampaba contra la jaula y los armarios cuando iba a aterrizar o a girar. Y tampoco podía frenar. Un drama como otro cualquiera ... de no ser que me quedo sin fuerzas y tampoco puedo cantar. Y dirán ustedes ¿qué problema hay? Ejem ... un canario que no canta ... ¿donde se ha visto? Una cosa es no cantar por no querer, y otra no poder o no tener fuerzas. Un drama tremendo.

Angel Luis le recomendó a Alejandro un frasquito para la muda. Son unas gotas que me echa en el agua cuando estima que ya llevo mucho tiempo mudando. El agua no sabe del todo mal y cuando la bebo parece que tengo más fuerzas y estoy más optimista. Hay canarios que mudan en un mes. Sin embargo yo necesito desde junio hasta octubre. Porque un pájaro como yo que tiene más de 3.000 plumas tiene que mudarlas tranquilamente sin agobios.

Naranjito no muda. Es curioso, pero de vez en cuando se le cae una pluma y ya. Es por ello que a veces yo le ayudo a "mudar". Lo hago por su bien, porque no puede ser bueno tener siempre el mismo plumaje. Alejandro me ha regañado por desplumarle pero es que él no lo entiende. Naranjito tiene que mudar. La naturaleza me ha encomendado esa dura tarea, y yo no la puedo defraudar.

Como decía antes, algunos días de muda me quedo en la jaula durmiendo por el día. Es que no apetece hacer nada. Así que me quedo embolado con los ojos cerrados esperando que me traigan algo de lechuga y me paso el resto del día dormitando mirando por la ventana tranquilamente. Y esto es lo mejor. Qué tranquilidad.